¿Por qué comemos?
A primera vista hay una respuesta inmediata: comemos porque tenemos hambre. No obstante, en muchas ocasiones comemos más de la cuenta por otros motivos, como la ansiedad por ejemplo. Conocer estas razones es importante para controlar este impulso, ya que como vemos a continuación, no solo comemos por hambre.
Hambre
El hambre es la razón más evidente y hace muchos años la más importante. No obstante, hoy en día probablemente no siempre sea el motivo por el ingerimos alimentos. Para vivir tenemos que alimentarnos de forma continuada y, cuando hace algunas horas que no hemos comido, comenzamos a sentir hambre. En estas circunstancias, comeríamos casi cualquier alimento. El hambre es es una forma que tiene el cuerpo de avisarnos que necesita nutrientes, si los animales no tuvieran hambre morirían.
Esta es la razón por la que muchas personas jóvenes y deportistas siente hambre a todas horas y además no suelen engordar. Tienen hambre porque lo necesitan: gastan mucha energía en el crecimiento o con el ejercicio.
El hambre suele tener un patrón horario: Hay personas que tiene hambre especialmente en algún momento del día, pero no en otros. Es importante intentar evitar los episodios de hambre fuerte, porque en ocasiones, pueden provocar comer sin mesura. Resulta llamativo que, cuando empezamos a comer, muchas veces el hambre desaparece al finalizar el primer plato, pero seguimos comiendo por inercia un segundo plato, su acompañamiento y probablemente fruta, queso e incluso algo de repostería. Esto nos lleva al siguiente punto: Hambre por apetito o hedonismo.
Apetito y/o hedonismo
No es exactamente hambre, más bien ganas de comer, sin notar auténticamente hambre y en la que estaríamos dispuestos a comer algo que nos apeteciera y gustara, pero probablemente no comeríamos algo que no nos gustase mucho.
En muchas ocasiones, comemos por inercia, simplemente porque todo esta muy rico y los alimentos están al alcance de la mano. Es lo típico de las Navidades: Después de una comida precedida por aperitivos, un primer plato de una sopa o verdura, una ración generosa de carne o pescado, algo de fruta una buena tarta salen los turrones y demás dulces navideños. No pensábamos comerlos, pero…¡están tan ricos! Y allí encima de la mesa parece que nos miran diciendo: “cómeme, cómeme...” y en cuanto nos relajamos: la mano, como tonta, lo coge y cuando nos queremos dar cuenta lo estamos paladeando.
Acto reflejo
Se adoptan hábitos de comer condicionados a determinadas horas del día o de alguna actividad social, en muchas ocasiones llevando a comer sin hambre.
Nos sentamos a la mesa y nos dejamos llevar empezamos a engullir automáticamente el pan, la mantequilla o diversos aperitivos aunque realmente no tengamos hambre. El estar en la mesa nos lleva a actuar por reflejo. Otros manifestaciones de este acto reflejo son la necesidad de tomar algo caliente cuando hace frío, el tomar una cerveza cuando hace mucho calor, tomar palomitas cuando vamos al cine o la cerveza, el “bocata” y los aperitivos viendo un partido de fútbol.
Ansiolítico
La comida es un ansiolítico extraordinario, especialmente en algunas personas con tendencia a tener unos niveles bajos de serotonina, algunos alimentos, como los carbohidratos de absorción rápida, elevan los niveles de esta sustancia y hacen encontrarse mejor. No es realmente sensación de hambre, es más bien una sensación de nerviosismo la que obliga a comer. Esta también es una razón por la que algunas personas con depresión comen más y ganan peso.
Aburrimiento
A menudo comemos por aburrimiento. En casa, sin saber qué hacer, acudimos a la cocina, abrimos la nevera y cogemos algo. En ocasiones esta conducta se convierte en también en reflejo: se abre la nevera, no se encuentra nada apetecible y se cierra la nevera, pero al cabo de pocos minutos se repite la operación y terminamos por caer en algo que inicialmente ni siquiera nos apetecía.
Es importante tener presentes estos motivos para establecer estrategias para combatirlos. Si come por apetito o hedonismo intente esperar unos minutos y ver si aun le apetece comer pasada media hora.
Si es consciente de que en muchas situaciones se trata de un reflejo intente sustituir los alimentos, por ejemplo una coca cola light en vez de una cerveza cuando hace calor, o a ser posible eliminarlos por completo. Esto resultará difícil al comienzo pero tenga presente que la fuerza de voluntad es como un músculo, cuanto más se entrena, mas fácil resulta.
Finalmente, si come por aburrimiento o ansiedad pruebe a sustituir la comida por otra distracción, como por ejemplo salir a dar un paseo, o mejor, acudir al gimnasio.